Nos proponemos difundir la historia de la Universidad de Sonora, para lo cual ya se han publicado cuatro libros. Además, nos proponemos opinar sobre política educativa y el conjunto de circunstancias que inciden sobre la educación pública. Se trata de una labor enraizada en el estudio de la historia de nuestro país y a ella habremos de dedicar también nuestro trabajo.

  • Historia de la Universidad de Sonora (1938-1953). Autor: Miguel Castellanos Moreno.

    Primera edición en el mes de febrero de 1991. En el libro: "La educación en México en mil libros" de Alfredo Mendoza Cornejo, editado por la Universidad de Guadalajara, se comenta de él lo siguiente: "Historia analítica que se aboca a la comprensión de la lucha entre diversas corrientes ideológicas y de poder por crear la Universidad y, posteriormente, por sentar su hegemonía, a fin de hacer de la institución una plataforma política, mediante el vínculo del quehacer universitario con la política partia."

  • Batalla de Puente de Calderón

    A medio camino entre Guadalajara y Tepatitlán de Morelos Jalisco se encuentra Puente de Calderón. Aquí se libró una batalla histórica entre el ejército Insurgente comandado por Don Miguel Hidalgo y Costilla y las tropas realistas dirigidas por el brigadier Calleja un 17 de enero de 1811. El resultado condicionó la libertad de los mexicanos hacia el futuro y costó miles de vidas de patriotas

  • Estatua de Miguel Hidalgo

    Ubicada en Puente de Calderón

  • LOS CONTEOS DE LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL DE 2006, del Doctor Arnulfo Castellanos Moreno

    Numerosos estudiantes y profesores asistieron a la presentación del libro LOS CONTEOS DE LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL DE 2006, en el auditorio del Departamento de Sociología y Administración Pública de la Universidad de Sonora.

  • Así se forjó la Ley 103. Autor: Miguel Castellanos Moreno

    Documento elaborado en los años ochenta y publicado por el STAUS en junio de 1991, en vísperas de la imposición de la Ley 4. "Así se forjó la Ley 103" es la crónica de una imposición anunciada, si recordamos que unos meses después de publicado este trabajo, el gobernador Beltrones hizo aprobar la Ley 4 repitiendo el procedimiento efectuado 18 años antes.

  • Biblioteca Juan José Arreola

    El arquitecto Antonio Toca, quien junto con Francisco López Guerra, José Grinberg y Sara Topelson, realizaron el diseño del nuevo edificio que estará ubicado en el Centro Cultural Universitario (CCU), de la Universidad de Guadalajara, espera que efectivamente haya recursos para terminar la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola, en 2008. El inmueble constará de 40 mil metros cuadrados, 120 metros de largo y tendrá capacidad para 2 millones de volúmenes, y podrá atender al mismo tiempo a 3 mil 600 usuarios.

  • ZACATECAS mi tierra

    Es el título del libro del Químico Ezequiel Estrada Reynoso, originario y vecino de Moyahua Zacatecas. En todo el país hay autores que escriben y publican por su cuenta, sin apoyo de quienes dicen promover la educación y la cultura.

  • Historia de la FACULTAD DE DERECHO de la Universidad de Sonora. Autor: Alberto Macías Enríquez

    El autor rescata fuentes fundamentales para comprender la historia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sonora, y escribe una historia de consulta obligada para quienes quieran entender el desarrollo del estudio del derecho en Sonora.

  • INTERIOR DE LA CASA DE VILLA EN SAYULA JALISCO

    En esta agradable casa y con un clima envidiable vivió Villa con parte de su escolta de Dorados

  • AVES EN LA LAGUNA DE SAYULA JALISCO

    La Laguna de Sayula es un humedal que da refugio a una gran variedad de aves migratorias y nativas.

  • CASA DE PANCHO VILLA EN SAYULA JALISCO

    En esta casa habitó Pancho Villa cuando perseguía al huidizo gobernador de Jalisco, Manuel M. Diéguez

UNIVERSIDAD-HISTORIA OFICIAL



Miguel Castellanos Moreno


En Semana Santa recorrí una calle, ahora convertida en pasaje cultural, frente a la Basílica de Zapopan. En ese lugar se venden objetos antiguos, o que lo parecen, incluyendo objetos recientes y libros.
En el suelo, sobre una manta, había un tendido de libros viejos y recientes que eran ofertados a bajos precios. Interesado por la historia de las universidades públicas me llamó la atención uno titulado: La Universidad de Guadalajara, el cual adquirí en 40 pesos. Se trata de una historia oficial de esa Institución educativa. El libro fue publicado el 12 de octubre de 1975 en conmemoración del cincuenta aniversario de dicha universidad jalisciense; sus autores son un grupo de diez profesionales de la historia, la filosofía y la literatura; fueron apoyados por 25 estudiantes, algunos de los cuales han cobrado relevancia como investigadores y escritores en el tiempo que ha transcurrido desde entonces.


El libro va más atrás del medio siglo que conmemora, lo cual tiene que ver con los orígenes coloniales de la Universidad; la etapa anterior a 1925 es expuesta de manera crítica por los autores, pero el filo se mella cuando se trata de analizar los años posteriores; la razón es muy sencilla: algunos de los actores de la vida universitaria de los últimos cincuenta años aún estaban vivos y ostentaban rango social o poder político dentro y fuera de la Universidad; con estos señores, los autores del libro son sumamente condescendientes y obsequiosos.
Desde la óptica de los historiadores oficiales la Universidad de Guadalajara era en su momento: revolucionaria, de izquierda y socialista; sus autoridades eran abnegados luchadores sociales y sacrificados hombres de ideas; impulsores de una Institución profundamente comprometida con el pueblo mexicano y con su Revolución; en fin es la historia de talentosos hombres inmaculados, gracias a los cuales la Universidad pudo alcanzar sus altos fines; por ningún lado aparecen los profesores que uno supone siempre son un pilar fundamental de todo proceso académico, en cambio siempre son funcionarios los impulsores de los avances conmemorados. Esa profunda convicción patriota, revolucionaria y nacionalista de los prohombres universitarios, y de sus historiadores oficialistas, no les impedía justificar los peores excesos de los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, a este personaje, incluso, le entregaron un doctorado por honor. Esas historias sólo las creen los que las mandan hacer.


Me llamó la atención que el libro tenía las hojas unidas, pues los pliegos en que fue impreso nunca fueron cortados. Eso indica que jamás fue leído. Entre las páginas encontré una carta que permaneció allí exactamente 30 años, pues tiene fecha del 9 de marzo de 1976. Está dirigida al Licenciado Teodoro Gutiérrez García, Diputado Estatal por el IX Distrito, y fue enviada por el Licenciado Guillermo Becerra Zavala, Director de Relaciones Públicas de la Universidad de Guadalajara. Este le dice al diputado que le envía el libro por encargo del “Sr. Rector”, quién le hace llegar “un afectuoso saludo”.


El diputado nunca abrió el libro que le regalaron y, por supuesto, menos lo leyó. Treinta años después lo vendió junto con un lote de libros que quizá también le fueron obsequiados. Ese es el destino de las historias oficiales hechas a la medida por alguna pluma alquilada.
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¿CÓMO PROTEGEN LAS AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD DE SONORA LAS OBRAS ORIGINALES DE SUS ACADÉMICOS?






Miguel Castellanos Moreno


Formulo los siguientes comentarios a una historia oficial elaborada por el periodista Carlos Moncada, la cual tiene como tema la Universidad de Sonora, institución que generosamente le imprimió mil ejemplares.


Si bien, en la introducción se refiere elogiosamente a mis trabajos publicados hace quince y catorce años --y a las obras de otros compañeros universitarios--, me cita solo una vez, aunque tomó del primero de ellos mucho más de lo que reconoce.
El período de su primer tomo es el mismo de mi primer libro: Historia de la Universidad de Sonora 1938-1953. Periodizar es una tarea que no se revela automáticamente al historiador; periodizar es una labor intelectual que exige destacar aquellos elementos que el historiador considera esenciales para delimitar un período en el tiempo; si bien, dichos elementos forman parte de lo acontecido, pueden no ser perceptibles para el historiador que es quién los abstrae y define los cortes en el tiempo. Escogí el año de 1938 como inicio de la historia de la Universidad, porque es un lapso de tiempo que contiene una serie de sucesos que le dan cierta homogeneidad y continuidad, lo cual se rompe en 1953. Esos cortes no tienen que ver con los años en que se promulgaron sus primeras leyes orgánicas. Moncada no se tuvo que preocupar de eso, simplemente toma esa periodización como válida, cosa que me halaga, pero me preocupa.
Los hechos históricos no se revelan mecánicamente al historiador, a menos que se practique un poco recomendable empirismo histórico; los hechos históricos se revelan en el proceso de construcción de conocimiento; hacer historia implica una labor de abstracción en la cual el historiador selecciona los elementos con que construye los hechos históricos que relata, en esa tarea se vuelven comprensibles acontecimientos físicos que parecían inconexos, los cuales puestos en una nueva relación constituyen al hecho histórico. Esto lo sabe cualquier estudiante que ha cursado Metodología de las Ciencias Sociales en el Departamento de Sociología y Administración Pública; ellos estudian los aspectos epistemológicos del conocimiento.


El resultado del proceso de transitar de lo abstracto a los hechos históricos concretos se refleja en categorías y enunciados que agrupan un conjunto de conceptos y juicios que cobran sentido solo en la relación en que son expuestos, en que unos datos son relacionados con otros datos. Estos constructos se presentan en apartados con títulos y subtítulos. La manera de conformarlos es la huella que el historiador deja en su trabajo. Moncada no tuvo que efectuar esa tarea intelectual, simplemente siguió los hechos históricos de mi trabajo y agregó otros comentarios o redujo contenidos sin darme crédito alguno.


Moncada sigue el procedimiento que, a quiénes somos historiadores, nos recomendaron nuestros maestros no efectuar nunca: seguir las fuentes y los apartados temáticos de un autor, reproducir los datos y elementos explicativos que éste encontró, y citar sus fuentes sin citarlo a él.


Las fuentes pueden ser extensas, laboriosas y también tediosas; exigen muchas horas de paciente búsqueda para encontrar los datos que den respuesta a las preguntas que nos hacemos y que permitan sustentar las conjeturas e hipótesis con que trabajamos. A veces puede bastar el testimonio de los personajes de nuestras historias para corroborar una conjetura, pero otras veces hace falta aportar elementos explicativos que comprueben nuestras hipótesis. Cuando un escritor camina atrás de los pasos de otro se evita esta tediosa pero nutritiva tarea. En estos casos uno puede sentir los pasos del que viene atrás, como cuando sentimos que alguien nos mira y volteamos y sí allí hay alguien.


En las llamadas ciencias de la naturaleza, como la biología, la física, la química y las matemáticas, se considera como investigación de frontera a las actividades científicas que buscan generar nuevo conocimiento.


Se justifica una publicación cuando los conocimientos encontrados son nuevos. La acción de reconsiderar un problema previamente comprendido tiene sentido únicamente si se aborda desde un ángulo diferente, que permita encontrar aspectos nuevos que no habían sido descubiertos. En este caso la publicación debe girar sobre las nuevas aportaciones. La pluralidad existe cuando se tiene un punto de vista distinto, no cuando se repite a otro.


La redacción de una investigación sigue también criterios rigurosos que deben permitir al lector la rápida distinción de lo que es nuevo conocimiento y constituye la aportación del autor. En Inglaterra se enseña que no tiene sentido escribir para publicar algo que ya ha sido descubierto. Esta máxima se sigue en todo el mundo.


Como todo conocimiento nuevo descansa sobre otro desarrollado previamente, es obligatorio citar las fuentes originales que han dado lugar al material anterior. Pero cuando un problema, o tema, ya ha sido explicado, los trabajos posteriores que utilicen sus resultados deberán citarlo directamente. El primero en el tiempo tiene la prioridad sobre la creación del conocimiento y no es válido que las nuevas publicaciones se dediquen a repetir el trabajo que alguien ha hecho antes, pues carece de originalidad. La repetición de contenidos se juzga innecesaria y es cotidiano exigir que eso se elimine y únicamente se cite a la fuente donde fue publicado originalmente.
El proceso de arbitraje de una publicación exige a veces que el autor revise y cite obras que han tocado el mismo tema. Esto sucede cuando el autor desconoce qué obras habían tratado antes ese mismo problema. Cuando esto ocurre, la obra nueva debe advertir dónde termina el conocimiento anterior y empieza la nueva aportación.
Cuando las aportaciones nuevas no son consideradas como suficientes, se dictamina así y se comunica al autor que su obra aún no amerita ser publicada.
Esta práctica, cotidiana en el mundo científico, no la observa la Universidad de Sonora en la publicación del libro que comento. ¿Porqué exigir menos rigor en historia que en biología, física, química o matemáticas? Otra pregunta más: ¿Cómo protegen las autoridades de la Universidad de Sonora las obras originales de sus académicos? La institución puede corregir su error o persistir en él, pensando que en el conocimiento, como en la política mexicana, todo se vale. En este caso es una imagen contraria a la Universidad que decimos ser. Si los profesores somos la base del desarrollo de la Universidad de Sonora, como oficialmente se dice, podrían empezar por respetar nuestro trabajo.
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