Acurrucado
entre mandarinas, naranjos, toronjas, limas y limones, en un patio familiar,
dormita el auto “oficial” del STAUS. En este vehículo se desplazaban los
forjadores del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora,
ya que eran tiempos de moverse con recursos propios, no se disponía de plazas
para el trabajo sindical, ni recursos provenientes de la administración
universitaria.
En el auto se discutieron iniciativas que se convirtieron en programas y
políticas de la Universidad de Sonora, se planeó la disputa de la titularidad
del Contrato Colectivo de Trabajo para la naciente organización, y se celebró
la victoria rematada en el sur del Estado de Sonora, pues hay que recordar que
el Contrato Colectivo de Trabajo estaba en manos de un sindicato patronal de
triste memoria.
Programas claves se debatieron en su interior y se plasmaron en normas
todavía vigentes, como becar con salario completo a los jóvenes profesores de
cada unidad académica para apoyar su naciente carrera docente, consistente en
cursar postgrados en otras latitudes; cierto es que algunos regresaron buscando
incorporarse a los puestos de mando de la administración, pues, como señaló
alguno de ellos, tenían “conflicto con la docencia”.
En el vocho se discutió la permanencia del personal académico,
derecho que se logró, pues cabe recordar que hasta 1985 se firmaban “FORMAS
ÚNICAS”, documentos que nada más aseguraban el trabajo por un semestre.
Viene al recuerdo que en el planteamiento de Estatuto de Personal
Académico (EPA) de la Rectoría de la UNAM, canalizado por la Secretaría de
Educación Pública a las autoridades de la Uni-Son, y hecho suyo obedientemente
por éstas, se sustituía contenidos esenciales del Contrato Colectivo de Trabajo,
como: las prestaciones, los permisos, las licencias, incluyendo el control de
diversos aspectos laborales de los académicos, y hasta el control exclusivo,
por parte de la administración, del ingreso y permanencia de los profesores;
similar a como se impuso en todas las universidades públicas del país, usando a
la ANUIES como brazo ejecutor.
En la Universidad de Sonora no pudieron sacar adelante esa política,
fuimos la primera institución en toda la república donde se separaron las prestaciones
laborales, incluida la seguridad en el empleo, del Estatuto de personal
Académico, para que dichas prestaciones quedaran en el Contrato Colectivo de
Trabajo. Cuando ya se había aprobado el EPA en la Uni-SON, en una reunión de sindicatos de universidades públicas del país, los dirigentes de los sindicatos de las universidades de Puebla, Sinaloa, Veracruz y de otras más, comentaron en consenso: con un EPA como el de Sonora, nosotros también le entramos. Labor fundamental en esa tarea la desempeñaron los dirigentes del STAUS, los Maestros Arnulfo Castellanos Moreno y Pedro Flores Pérez. Ellos cumplieron con su trabajo y se retiraron de los puestos de dirección sindical, para dedicarse al trabajo académico que no habían abandonado en los años de lucha por la titularidad. Esa
etapa fundamental la expongo en mi libro: HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE
SONORA el STAUS y el desarrollo académico. Tomo IV.
El dueño del vocho en cuestión, desde que la firma alemana lo puso a la
venta en el año de 1982, es el Dr. Arnulfo Castellanos Moreno, quien espera
terminar de restaurarlo para que vuelva a saltar por las calles de la capital
del bache. ¡Un vocho para los baches!