Nos proponemos difundir la historia de la Universidad de Sonora, para lo cual ya se han publicado cuatro libros. Además, nos proponemos opinar sobre política educativa y el conjunto de circunstancias que inciden sobre la educación pública. Se trata de una labor enraizada en el estudio de la historia de nuestro país y a ella habremos de dedicar también nuestro trabajo.

PASO A PASO AVANZA LA DESTRUCIÓN DE LA PLAZA EMILIANA DE ZUBELDÍA

El terreno para construir la Gran Plaza Universitaria, oficialmente llamada Emiliana de Zubeldía, y mejor conocida como plaza de los hot dogs, fue adquirido por el Comité Administrativo de la Universidad de Sonora, “a base de la mayor economía”; la construcción de dicha plaza fue considerada por el arquitecto Leopoldo Palafox Muñoz como “de imprescindible necesidad”. En tanto que el ingeniero Alfredo Guerra C., Jefe del Departamento de Edificios de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP), juzgó que: “Esta gran plaza cuya apertura es muy necesaria, serviría para una fácil salida del público que asista a los eventos deportivos, al auditorio, y a los mismos alumnos. (…) a la vez este espacio abierto da monumentalidad e importancia al conjunto, que debe ser grandioso y tener carácter si se tiene en cuenta la significación de una Universidad, especialmente ésta, en el Norte del País que será un baluarte de la cultura Latinoamericana.”

Sin embargo, en tiempos del rector Valencia la plaza fue recortada en la esquina noreste para permitir la vuelta de los vehículos que circulan viniendo del noroeste por el boulevard transveral para tomar la calle Rosales hacia el sur; en esa ocasión también le recortaron a la plaza toda la parte oriental para ampliar la calle y crear un carril para el tránsito de autobuses y vehículos. Posteriormente, durante la estancia de Pedro Ortega en la rectoría, en tiempos de la administración municipal de la panista María Dolores del Río, se le recortaron espacios a la calle y plaza, se le formaron unas orejas a ésta para permitir el estacionamiento de los consumidores de hot dogs, y se les proporcionó espacios que invaden la plaza a los vendedores de esos misiles contra la salud de los comensales. En estos días la plaza está siendo objeto de un nuevo recorte de terreno para ampiar las calles transversal y Rosales, sin que haya respuesta de la autoridades universitarias para defender ese espacio público universitario. No menos de la tercera parte de la Gran Plaza Universitaria original ya son calles y espacio para los mercaderes de los haldos, de cuya sanidad nadie parece dar cuenta. Van las fotos de la destrucción de la plaza.














Hace un cuarto de siglo, mientras trabajaba en la hemeroteca de la Universidad de Sonora, situada en el edificio del Museo y Biblioteca, frente a la plaza universitaria, dos estudiantes, colaboradores en el proyecto Historia de la Universidad de Sonora, se bajaron a medio día para comer un hot dog, pero rápidamente regresaron. Al preguntarles el motivo de su retorno apresurado, me dijeron la razón: el vendedor de uno de esos envoltorios presuntamente alimenticios se estaba poniendo los calcetines y no se lavó las manos para continuar vendiendo su producto. Ya no volvieron a consumir allí. Pero estos tacotes hasta han recibido reconocimientos internacionales,según cuenta la prensa. Ver las fotos de la invasión de la plaza universitaria por los mercaderes con el permiso de la oficina de comercialización del Ayuntamiento de Hermosillo.




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